martes, 5 de agosto de 2008

EL CRIMEN DE LA MANICURISTA :: Diario el Comercio


 


Domingo, 25 de marzo de 2007


La sangre delató al culpable


Crónica 4 EL CRIMEN DE LA MANICURISTA

Juliana Villacorta fue encontrada muerta en una playa de Cañete el pasado 27 de enero. Un mes y medio después, acorralado por las evidencias,
el homicida confesó



Por Iván Herrera Orsi


Si el asesino hubiera caminado cinco metros más y hubiera elegido como escondite un pozo de cierta profundidad, tal vez nadie habría hallado
el cuerpo. Pero lo depositó en una construcción abandonada, confiado en la aparente soledad de esa zona del balneario de Puerto Viejo, en Cañete.
No es que lo hubiera dejado expuesto al sol. El cadáver de Juliana Lizbeth Villacorta García estaba dentro de un cilindro de metal a medio enterrar,
sellado con su precinto de seguridad ajustado con pernos. Y con silicona y un par de puntos de soldadura extra. A fines de enero, un hombre que solía
pasar por el sitio y lo encontraba ideal para usarlo de retrete al caer el día, se sorprendió por la presencia del objeto, relativamente pesado, y avisó
a la policía. Cuando los efectivos de la comisaría de San Antonio de Cañete lo destaparon, tuvieron que abrirse paso entre unas bolsas
de plástico cerradas con cinta de embalaje, la espuma de alguna colchoneta y una cortina de baño, arrancada a la carrera, antes de dar de lleno
con el cuerpo en descomposición, desnudo, con algunas joyas y una herida de bala en el pecho.


--Me llamaron para que reconociera unas prendas --recuerda July García Paredes, madre de Juliana, sentada en el salón de belleza donde su hija
trabajaba; sus cejas delineadas remarcan la ira en su rostro.



Los aretes de lágrima, las pulseras y el dije en forma de hoja que le mostraron acabaron con la ilusión de recuperar con vida a Juliana, quien
había desaparecido el 19 de enero. Las huellas de sus dedos bien cuidados, dedos que un forense envío a Lima para que fueran examinados, ratificaron
posteriormente que se trataba de ella. Juliana Villacorta, la manicurista de Jimmy Santi: así la presentó la prensa 'chicha'. El cantante de
la nueva ola solía arreglarse las uñas con ella en el Spa Percial, situado en la cuadra 14 de la avenida Horacio Urteaga, en Jesús María,
cuyo dueño la recuerda como una chica meticulosa y ordenada, dada a la comida vegetariana y que sabía tratar a los clientes. "Era una chica
bonita, agradable, coqueta como toda hembra, pero sana", comenta Santi. Después de un viaje que hiciera a su tierra --Iquitos-- a mediados del año pasado,
Juliana había dejado de trabajar en el salón de belleza a tiempo completo y el dueño del establecimiento, Moisés Percial, estaba
tratando de convencerla de volver el día que desapareció. Pero ella tenía otros planes. Había venido a Lima tres años
atrás para estudiar computación y ahora, a sus 24 años, pensaba regresar tras una oferta de trabajo en una municipalidad loretana. También
pensaba postular a la universidad. Su mamá ya había comprado el pasaje para el 1 de febrero.





EL ÚLTIMO DÍA
July García afirmó desde un comienzo que un tal Randy
Gómez estaba detrás de la desaparición de su hija. El último día que la vio, madre e hija estuvieron trajinando desde temprano; pasaron
buen rato en el dentista, se dieron un salto por Spa Percial, almorzaron en Plaza San Miguel, luego volvieron a su casa, en el barrio chalaco de La Perla.
Como la familia quería comprar un auto y el alcalde de un distrito de Maynas le había pedido a Juliana conseguir la cotización de una
camioneta, ella anunció que saldría a conversar con Gómez, que se dedicaba a la compra y venta de vehículos y era enamorado de una
amiga suya. A las 6:40 p.m., Juliana llamó a su madre y le confirmó que estaba reunida con él. No supo más de ella hasta que a las
5:30 de la madrugada una llamada al celular la devolvió a la intranquilidad de la vigilia. Creyó escuchar la voz de su hija, que sonaba extraña,
y decía que la habían golpeado, que la habían secuestrado, que estaba tirada quién sabe dónde. Al fondo se oía música.



De Randy Helmut Gómez Nieto se ha dicho que es dueño del local donde funciona la discoteca Hapas, en Punta Hermosa. Por lo mismo, era frecuente
verlo divirtiéndose allí, un tipo de 36 años, flaco y alargado como una lanza, que lleva lentes y una mirada de espectro. Su domicilio oficial:
la casa de su familia, en la urbanización Chama, Surco. Gómez ha declarado que se dedicaba a administrar los bienes de su padre, que estaba
formando una empresa de fabricación de plásticos y que desde hacía una década comercializaba con automóviles, actividades que le
reportaban más de dos mil dólares al mes. También ha declarado que conoció a Juliana en diciembre en la feria El Trigal: su enamorada
Lucía López los presentó y desde entonces se habían visto unas pocas veces. El 19 de enero, el último día en que Juliana
estuvo viva, ella lo buscó para hablarle de un posible negocio de venta de autos y, de paso, pedirle prestado 400 dólares; luego se marchó
sola, ha jurado él.





INDAGACIONES

Randy negó una y otra vez estar involucrado en la muerte de Juliana. Lo hizo ante la policía y en la televisión, donde se
presentó acompañado por su abogado Víctor Girao. En un programa dominical le dio un vuelco maligno a su defensa: aseguró que
Juliana integraba una red de prostitutas. Según esa nueva versión, que el abogado se encargó de repetir, la mujer le pidió el dinero
a cambio de acostarse con ella y como Gómez no estaba dispuesto a pagar tanto, la dejó en el óvalo Higuereta. Cualquier otro habría
podido darle muerte. "Este abogado no tiene escrúpulos; miente cobardemente porque mi hija no se puede defender", repite July García, leyendo esta
afirmación de una página que ha escrito previamente a mano.


El Departamento de Secuestros de la División de Investigación Criminal del Callao (Divincri Callao) asumió el caso el 23 de enero,
pero pasó más de un mes sin algún descubrimiento significativo. Los detectives se percataron pronto de algunas incongruencias en el relato inicial
del sospechoso. Este sostuvo que, al marcharse, Juliana comentó que se iba al café Haití, de Miraflores, pero allí nadie supo
dar razón por ella. Dijo, además, que esa noche él se dirigió a un restaurante de Monterrico, donde resulta que no lo han visto en mucho tiempo.
En cierto momento, las indagaciones condujeron a un comerciante de Lurín que aparentemente era quien vendió el cilindro donde apareció
el cadáver. Sin embargo, para ese hombre, la foto de Randy Gómez era la de un desconocido. ¿Qué habría pasado si el 5 de
marzo no hubieran localizado el departamento que Gómez tenía alquilado en San Borja?


El departamento queda en el tercer piso de una casa en la calle Usandizaga, un lugar sombreado por las poncianas. Los testigos confirmaron que Gómez
estuvo allí la noche del 19 de marzo con una joven. Y, sí, escucharon una pelea tan violenta que alguien llamó al serenazgo a eso de las ocho
de la noche. En el baño de la pieza, los agentes de la Divincri recogieron argollas de una cortina de ducha que faltaba, idénticas a las encontradas
en el cilindro. A unos pasos, había restos de una colchoneta y diversos objetos asegurados con el mismo tipo de cinta con la que se envolvió
el cadáver. Los peritos de la División de Investigación de Escena del Crimen completaron el trabajo. Rociaron un reactivo llamado luminol
en el departamento y los rastros de sangre, invisibles al ojo, aparecieron como manchas fluorescentes. "En la cocina había gotas; en el baño,
un charco; en el cuarto y en el patio, marcas de pisadas. El disparo se produjo en la cocina", explica el coronel Rafael Rivera, jefe de la división.



CAPTURADO

Randy Gómez fue capturado el jueves 15 en la ciudad de Sullana, Piura. Cayó con US$2.000 y S/.4.000 en efectivo, además de una
cédula de identidad ecuatoriana falsa y algo de marihuana. Finalmente confesó su crimen. El domingo pasado, nuevamente en la televisión,
el abogado Víctor Girao aseguró que no sabía antes que su cliente era culpable y que tenía entendido que él mismo se
entregó porque no soportaba el remordimiento. Según sus captores, el homicida se puso a gritar y a pedir ayuda a los transeúntes, en un
intento de impedir el arresto.


¿Pero por qué la mató? El asunto no está claro. Gómez ha declarado que subió con Juliana a su departamento y tuvieron
relaciones sexuales. Luego, ella habría insistido en pedirle 400 dólares prestados y como él no aceptaba, habrían comenzado a discutir
hasta que todo se salió de control. Pero no tenemos por qué creerle. En la autopsia no se examinó si Juliana fue víctima de una violación.
¿Y la llamada que recibió su madre en la madrugada? Se presume que alguien fingió la voz para hacer creer que seguía con vida.



Más información:

Cómplices
de Randy Gómez seguirían libres




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